Por Violeta López Camargo
El fenómeno de El Niño es un evento climático que ocurre de manera periódica en la Región del Pacífico tropical, con mayor presencia en América del Sur; una de las causas principales de este efecto climático es el calentamiento anormal de las aguas superficiales del Océano Pacífico en la región ecuatorial, que aumenta su temperatura cuatro grados °C, y a la vez repercute con efectos significativos en los patrones climáticos de todo el mundo. Este fenómeno puede tener consecuencias tanto en la atmósfera como en el océano y suele presentarse aproximadamente cada dos a siete años, con una intensidad variable.
El fenómeno de El Niño en Colombia se ha presentado a lo largo del tiempo, dejando impactos específicos en diferentes zonas del país. Este efecto climático lleva a algunas regiones a afrontar problemáticas como intensas sequías e inundaciones, principalmente en los meses de diciembre, enero y febrero, ocasionando pérdidas significativas en el sector primario de las actividades económicas, desabastecimiento de agua y alimentos; históricamente, los cultivos más afectados en nuestro país han sido el fique, la yuca, la palma africana, la cebada, el arroz y la papa.
De igual manera, se han presentado deslizamientos de tierra, lo que ocasiona daños en la infraestructura vial, pérdidas de hogares, lo que afecta a las poblaciones tanto rurales como urbanas. Las elevadas temperaturas ocasionadas por el fenómeno de El Niño provocan fuertes incendios forestales con grandes pérdidas de flora y fauna nativa en los diferentes territorios afectados, disminución en los niveles y los caudales de los ríos. En esta temporada aumentan las enfermedades transmitidas por el agua, como también se limita la cantidad de energía eléctrica que puede incrementar laprobabilidad de llevar a cabo racionamientos de agua para el consumo humano y animal.
En la actualidad, Colombia atraviesa una emergencia climática por el fenómeno de El Niño, en el que se han registrado temperaturas récord 40.4 grados centígrados como la vivida en Jerusalén (Cundinamarca), 37.6 grados en Sahagún (Córdoba) y 36.9 grados en Santa Marta (Magdalena), entre otros, poniendo en alerta roja por riesgo de incendios forestales a 883 municipios, de los cuales 47 tienen amenazas por deslizamientos y 89 alertas por desabastecimiento de agua. Todo esto ha originado una calamidad ambiental a lo largo del territorio nacional, que dejó como resultado 360 conflagraciones, de las cuales 278 corresponden a enero, información suministrada por la Unidad Nacional para La Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD).
Estos incendios arrasaron con más de 7.400 hectáreas, afectando ecosistemas únicos, como los Páramos de Berlín y Santurbán (Santander) donde quedaron calcinados kilómetros de frailejones; también los emblemáticos Cerros Orientales de Bogotá, donde se quemaron más de 45 hectáreas. Es de resaltar que este desastre natural fue combatido gracias a las entidades como el Instituto Nacional de Bosques (INAB), la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), el Cuerpo de Bomberos y las Fuerzas Militares, que realizaron una incansable labor contra los incendios forestales.
El Gobierno resalta la importancia de realizar un plan que contenga las “estrategias para una efectiva respuesta, la rehabilitación y reconstrucción de las áreas afectadas, y deberá integrar las acciones requeridas para asegurar que no se reactive el riesgo de desastre preexistente”.
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