Por Manuela Astaiza Marenco
Esta semana hubo un día especial en mi clase de Expresión y Construcción de textos. Temprano, alrededor de las 9 en punto, nos encontrábamos algunos en la entrada de la Biblioteca Nacional en Bogotá, listos para comenzar nuestro recorrido. Tras dejar las maletas en la recepción, llegó el profesor Javier Correa, quien nos pidió mirar los escritos que se encontraban en la entrada del lugar. Estos nos indicaban su fecha de fundación (9 de enero de 1777). Además, en una pared de la fachada encontramos otro texto que nos mencionaba que allí fue creada la televisión en nuestro país.
Una vez dentro, nuestra guía nos condujo al corazón del edificio, donde solía ser un espacio dedicado al estudio. Allí, nos sorprendió ver una hermosa exposición sobre el trabajo de Maria Sibylla Merian, reconociendo el proceso evolutivo de las plantas y animales, que luego pude detallar mejor. Continuando con nuestro recorrido, la guía nos contó un poco de la historia de este emblemático lugar. Nos mencionó que esta pasó por dos sitios distintos a través de los años hasta llegar finalmente al lugar donde se encuentra hoy ubicada, en la localidad de Santa Fe, en el barrio Las Nieves. Era fascinante sumergirse en la historia que rodeaba a este icónico edificio, que había sido testigo de generaciones de colombianos en busca de conocimiento.
Aunque personalmente no había visitado la biblioteca antes, recordé las historias que mi abuela me suele contar de vez en cuando, sobre sus visitas cuando la tecnología aún no había invadido nuestras vidas y era el principal recurso para buscar información de sus estudios.
Continuamos explorando los rincones del edificio, maravillándonos con los antiguos ascensores que aún funcionan y los casilleros de época que decoraban algunas salas de estudio. En una de las salas, ubicada en el segundo piso, nos sumergimos en la historia periodística de Colombia, pudiendo observar, en libros gigantes y antiguos, acontecimientos de hace más de 100 años.
Luego, nos dividimos en dos grupos. Algunos fueron a la exposición dedicada a Gabriel García Márquez, mientras que los demás nos dirigimos a una sala donde se exhibían fotografías antiguas de películas filmadas en México. La exposición Nereo y el cine me generó mucha curiosidad y fue muy emocionante poder notar tantos detalles en las fotos expuestas allí. Ver imágenes de figuras famosas como la de Amparo Grisales en su juventud, y apreciar la evolución de la cinematografía a lo largo del tiempo.
Finalmente, llegué a la exposición de Gabriel García Márquez, donde me encontré frente a la medalla otorgada por la Academia Sueca al Nobel de Literatura. Fue impactante poder tener tan importante pieza para la historia de la literatura en Colombia frente a mí. Al lado izquierdo se encontraba la máquina de escribir de Gabo junto a nada más y nada menos que la primera edición de su icónico libro Cien años de soledad. La emoción y la inspiración se apoderaron de mí al contemplar el legado literario que un gran autor había dejado a nuestro país.
Antes de salir de la instalación, me detuve en la galería que mencioné al inicio, donde pude admirar la belleza y la diversidad del mundo natural, y también salir con algunas curiosidades de las plantas y animales que allí se mostraban. Di una pequeña vuelta para observar unos minutos más los pasillos que conservan tanta historia colombiana y, con una sensación de gratitud y admiración, me marché del sitio junto con mi profesor y compañeros. Luego compartimos un poco lo que nos pareció este hermoso recorrido que nos dio la oportunidad de aprender y apreciar la riqueza cultural que alberga nuestra Biblioteca Nacional.
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Artículo producto de ejercicios académicos. No es oficial de la Universidad y las afirmaciones u opiniones emitidas a través de ellos no representan necesariamente a la Institución.