Por Jose Escobar Romero
Desde el año 2015, cuando fueron establecidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible, propuestos por los países miembros la Organización de las Naciones Unidas – ONU, y retomando los postulados frente a la conceptualización de la ciudadanía corporativa, que han sido desarrollados durante los últimos 20 años por el Boston College Center for Corporate Citizenship, se sembró la inquietud con relación al papel que pueden y deben cumplir las organizaciones para aportar a la construcción del tejido social y en la atención de las necesidades globales a las que nos enfrenta el mundo contemporáneo.
Estas motivaciones nos permiten reconocer que hoy en día es importante que las organizaciones implementen estrategias de creación de valor compartido porque tienen un impacto positivo tanto en la sociedad como en las organizaciones que las implementan, al abordar desafíos sociales y ambientales, fortaleciendo la reputación entre los consumidores, los inversores y otros grupos de interés.
La Creación de Valor Compartido – CVC es un concepto desarrollado por Michael Porter y Mark Kramer, quienes proponen que el éxito empresarial no sólo se mide por la generación de ganancias financieras, sino también por el impacto positivo que la empresa puede tener en la sociedad y en el medio ambiente, para dejar de ver a las organizaciones y a la sociedad como entidades separadas, la creación de valor compartido reconoce que existen interdependencias entre ellas.
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Esto puede conducir a una mayor lealtad de los clientes, una mejor retención de empleados y una mejora en la percepción en el mercado, por lo que estas estrategias pueden incluir iniciativas para mejorar las condiciones laborales de los empleados, reducir el impacto ambiental de las operaciones, desarrollar productos y servicios que aborden necesidades no satisfechas de la sociedad, contribuir al desarrollo de comunidades locales a través de inversiones y programas sociales, entre otros.
En clave de las necesidades sociales
Al abordar las necesidades no cubiertas de la sociedad, las organizaciones pueden identificar nuevos mercados y oportunidades de negocio, y esto a su vez, puede llevar a la innovación en productos y servicios que satisfagan esas necesidades, impulsando el crecimiento y la consolidación de los sectores productivos, pues al involucrarse con iniciativas que aborden problemas sociales y ambientales, las empresas pueden mitigar riesgos relacionados con la reputación, el cumplimiento normativo y en la cadena de suministro, pero también pueden reducir costos al optimizar sus procesos y recursos.
La creación de valor compartido fomenta de esta manera la colaboración entre empresas, gobiernos, ONG y otras partes interesadas para abordar desafíos sociales y ambientales. Esto puede contribuir a la cohesión social y al desarrollo sostenible de las comunidades en las que operan las empresas, pero para cumplir estos propósitos, la gestión desde la comunicación interna es crucial para involucrar a los empleados en la visión y los objetivos relacionados con la creación de valor compartido, mediante mensajes claros y consistentes para inspirar y motivar al personal.
Las organizaciones que practican la creación de valor compartido suelen comunicar abiertamente sus actividades y resultados en este sentido, pues esta transparencia genera confianza entre los clientes, inversores y otras partes interesadas, así se puede destacar el compromiso de la empresa con la comunidad y el impacto social positivo que está generando a través de sus actividades de creación de valor compartido.
Los retos para los comunicadores
La CVC debe permitir entonces fortalecer las relaciones con las partes interesadas y mejorar la percepción pública de la empresa, lo que representa un reto para los comunicadores en las organizaciones, quienes, de acuerdo con Haydée Guzmán, presidenta de la Red Académica de Comunicación en las Organizaciones – RECOR, deben tener presente que lo más importante es el entendimiento real de la conservación medioambiental.
“Pienso en que el público al que se dirijan debe conocer los ODS y cómo las organizaciones de todo el mundo se han vinculado a ellos, conocer la importancia y consecuencias del tema específicamente, compartir experiencias globales de organizaciones similares sobre cómo han manejado el cuidado del ecosistema”, asegura la maestra Guzmán.
Este panorama, que puede parecer novedoso e incierto, establece entonces una serie de retos y compromisos para quienes gestionamos la comunicación en las estructuras, y es por ello tan importante entender que “la creación de valor compartido y la ciudadanía corporativa deben ser parte fundamental de la filosofía y de la estrategia de la entidad. Si esto está en orden, la organización como ciudadano corporativo tendrá una visión y cultura enfocadas a la defensa del ecosistema, al trabajo colaborativo con los grupos de interés y a la contribución activa de una causa social”, tal como lo afirma la presidenta de RECOR.
De acuerdo con lo anterior, implementar estrategias de creación de valor compartido no sólo es beneficioso para la sociedad, sino también para el propio éxito y sostenibilidad a largo plazo de las organizaciones al integrar el éxito económico con la generación de impacto social y ambiental positivo, reconociendo que las empresas pueden ser agentes de cambio para el bienestar de la sociedad y el medio ambiente mientras también generan valor para sus accionistas.
En este sentido, la comunicación interna y externa desempeña un papel fundamental en la implementación exitosa de estrategias de creación de valor compartido al asegurar el compromiso de los empleados y transmitir los esfuerzos y logros de la empresa a las partes interesadas externas.
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